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El Dianthus deltoides, conocido comúnmente como clavelina, es una especie de planta herbácea perteneciente a la familia Caryophyllaceae. Esta planta es nativa de la mayor parte de Europa y Asia occidental y ha sido introducida en numerosas partes de América del Norte. La clavelina es una planta perenne que puede crecer hasta 45 centímetros de altura y se caracteriza por su capacidad de formar densas alfombras de follaje, lo que la hace ideal para su uso como cubresuelos en jardinería.

La clavelina posee un tallo erecto y delgado, con hojas lineares a lanceoladas que pueden alcanzar hasta 5 centímetros de longitud. Estas hojas son de un color verde intenso y presentan una textura ligeramente peluda al tacto. Durante la temporada de floración, que generalmente ocurre en el verano, la clavelina produce una profusión de flores que pueden ser solitarias o agrupadas en inflorescencias. Las flores tienen un diámetro de entre 2 y 4 centímetros y se distinguen por sus pétalos de color rosa intenso con manchas más pálidas y una banda basal oscura. El cáliz de la flor es pubescente y casi cilíndrico, añadiendo un detalle texturizado a la apariencia general de la planta.

Una de las características más notables de la clavelina es su capacidad de adaptación a diferentes tipos de suelo, aunque prefiere aquellos que son delgados, básicos o ligeramente ácidos. Se desarrolla mejor en lugares abiertos y soleados, como laderas y pastizales no mejorados, así como en brezales. Su resistencia y bajo mantenimiento la convierten en una opción popular para jardines de rocalla y para crear efectos visuales en áreas extensas.

En cuanto a su cultivo, la clavelina no es exigente y puede prosperar en una variedad de condiciones climáticas, aunque prefiere una exposición plena al sol. Es tolerante a la sequía una vez establecida y requiere poco riego, lo que la hace una planta sostenible para jardines ecológicos. Para fomentar una floración abundante y un crecimiento compacto, se recomienda podar la planta después de la floración, lo que también ayuda a mantener su forma y densidad.

La clavelina no solo es apreciada por su belleza y utilidad en el paisajismo, sino también por su significado cultural e histórico. El género Dianthus, al que pertenece, deriva su nombre de las palabras griegas "Diós" (de Zeus) y "anthos" (flor), reflejando la admiración que los antiguos griegos tenían por estas flores. Además, la clavelina ha sido objeto de numerosos estudios botánicos y hortícolas, lo que ha resultado en una variedad de híbridos y cultivares que ofrecen una gama aún más amplia de colores y formas.

En resumen, la clavelina es una planta con una rica historia, una estética encantadora y una funcionalidad práctica en el jardín. Su capacidad para crear tapices de color y su facilidad de cultivo la hacen una elección excelente para jardineros de todos los niveles de experiencia. Ya sea que se utilice como cubresuelos, en bordes de jardín o como parte de composiciones florales, la clavelina es una adición valiosa y atractiva a cualquier espacio verde.

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