La Erica arborea L., comúnmente conocida como brezo o brezo blanco, es una especie de planta que pertenece a la familia Ericaceae y se distribuye ampliamente en la región mediterránea, extendiéndose hasta Europa occidental y África oriental. Esta planta, que puede presentarse tanto en forma arbustiva como en pequeño árbol, es notable por su resistencia y adaptabilidad a diferentes condiciones ambientales, lo que la hace un ejemplar valioso tanto en el ámbito de la jardinería como en el de la reforestación.
El brezo blanco es una planta de crecimiento lento y denso ramaje, que suele medir entre 50 cm y 2 metros de altura, aunque en condiciones favorables puede llegar a convertirse en un árbol de entre 7 y 12 metros. Se caracteriza por comenzar a ramificarse prácticamente desde la base, y sus ramas más jóvenes están cubiertas de pelillos desiguales, mientras que el tronco principal y las ramas más viejas están cubiertos por una corteza fibrosa y de color marrón parduzco que se desprende en tiras finas y alargadas cuando madura.
Las hojas del brezo blanco son perennes, lisas, sin pelo y de un color verde intenso y brillante. Sus bordes lisos se repliegan sobre sí mismos y le dan forma de aguja alargada de unos 3 a 8 mm de largo por 0,5 a 0,7 mm de ancho. Se disponen agrupadas en verticilos de tres o cuatro unidades, asemejándose a las aspas de un ventilador, lo que le confiere una apariencia distintiva y elegante.
La floración del brezo blanco es uno de sus principales atractivos. Florece hacia el final del invierno o principios de la primavera, produciendo flores de color blanco o rosado claro, muy pequeñas, de unos 3 mm, pero muy abundantes. Estas flores forman en las ramas una gran panícula o racimo de forma piramidal, con el pedicelo unido a tres pequeñas brácteas que sujetan la corola en forma de campanilla. El fruto es una pequeña cápsula globosa de unos 2 mm, compuesta por 4 valvas y en su interior contiene pequeñas semillas negras.
El brezo blanco no solo es apreciado por su belleza ornamental, sino también por las características especiales de su madera y sus raíces. La madera de su raíz, que tiene forma de bulbo, es utilizada en la fabricación de pipas de alta calidad. Además, el brezo tiene una madera muy dura y pesada, de un bello color rojizo, similar a la del madroño, que es muy buena como combustible y se aprovecha para hacer horquetas, horquetones y varas.
En cuanto a su cultivo, el brezo blanco es un arbusto bastante fácil de mantener y resistente a plagas y enfermedades. Prefiere suelos desprovistos de cal, como granitos, cuarcitas, areniscas, etc., y se desarrolla bien en bosques aclarados y matorrales algo frescos y umbrosos. Es muy rústico y tiene la propiedad de producir tierra de brezo, un sustrato muy nutritivo que se da principalmente en los brezales.
Por su gran resistencia a la sequía, su poder invasor y su capacidad para rebrotar de troncos, el brezo blanco tiene un papel muy importante en la economía rural y en la formación de suelos. Además, tiene algunas aplicaciones en medicina popular, especialmente recomendado para las vías urinarias y para aliviar los efectos de picaduras de insectos.
En resumen, la Erica arborea L. es una planta de gran valor ecológico, económico y estético, que merece ser conocida y apreciada por su versatilidad y belleza. Su presencia en el paisaje mediterráneo y su utilidad en diversos ámbitos la convierten en una especie digna de estudio y conservación.