La ambrosia artemisiifolia L, también conocida como altamisa, es una planta herbácea anual originaria de América del Norte que se ha extendido por Europa y otras partes del mundo. Se trata de una especie invasora que puede causar graves problemas ambientales y de salud pública, ya que sus granos de polen son altamente alergénicos y pueden provocar rinitis, asma, conjuntivitis y dermatitis.
La planta tiene un tallo erecto y ramificado que puede alcanzar hasta 2 metros de altura. Sus hojas son opuestas, pecioladas y compuestas por varios segmentos dentados. Las flores son pequeñas y se agrupan en espigas terminales. Las flores masculinas son de color amarillo verdoso y las femeninas son de color blanco o rosado. La floración se produce entre julio y octubre, y la polinización es anemófila, es decir, el polen se transporta por el viento.
La ambrosia artemisiifolia se adapta a una gran variedad de hábitats, como bordes de caminos, terrenos baldíos, cultivos, jardines y zonas urbanas. Prefiere los suelos ricos en nitrógeno y con buena exposición solar. Se reproduce por semillas, que pueden permanecer viables en el suelo durante varios años. Cada planta puede producir hasta 60.000 semillas, que se dispersan por el agua, los animales o las actividades humanas.
La ambrosia artemisiifolia es una especie muy difícil de controlar, ya que tiene una alta capacidad de colonización y competencia con otras plantas. Además, su polen puede viajar largas distancias y afectar a personas sensibles que no están en contacto directo con la planta. Algunas medidas para prevenir su expansión son evitar el transporte de tierra o material vegetal contaminado, eliminar las plantas antes de que florezcan y produzcan semillas, aplicar herbicidas selectivos o biológicos y fomentar el uso de plantas autóctonas en los espacios verdes.